martes, 27 de octubre de 2009

Artículos de opinión que me han gustado

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Xavier Pericay ha publicado este fin de semana en el diario ABC dos artículos (que se pueden leer en su blog) titulados “Bendito latín” y “El adiós a Nebrera” que me han parecido sumamente interesantes. Me gustaría compartir aquí algunas reflexiones.

En el primero de ellos, se habla de la manifestación a favor del gallego (a la que acudió el ministro Caamaño), en la que se reivindicaba poder «vivir en gallego», reivindicación análoga a la que hemos padecido aquí impulsada desde las capillitas del catalanismo victimista. Pericay expone lúcidamente: «Yo no creo, la verdad, que se pueda vivir en gallego. Ni en ninguna otra lengua, por supuesto. Sí creo, en cambio, que se puede vivir en Galicia, o en cualquier otro lado, de la misma manera que se puede vivir, qué sé yo, en familia, en paz, en comunidad, en armonía, en libertad o en régimen de gananciales». Después de leer algo tan sensato, no queda sino pensar que desde el victimismo nacionalista se pretende que «vivir en un idioma» sea un derecho que se pueda reclamar por encima del deber de la pacífica convivencia, que es el deber supremo en cualquier sociedad. Cuando se ignora que la convivencia es la aspiración máxima de cualquier ordenamiento jurídico se corre el riesgo de dar por sentado disparates que acaban conviertiéndose en perversas imposiciones bajo coerción legal. Y digo perversas porque dar primacía a un idioma sobre las personas es pervertir la escala de valores que debe postular el ordenamiento jurídico de cualquier sociedad democrática de derecho.

En relación a la despedida de Monserrat Nebrera del Parlamento de Cataluña, lo primero que tengo que decir es que lamento no haber tenido ocasión de tratarla personalmente. Es necesario que cada vez más personas (desde cualquier ideología) expresen con la misma firmeza y contundencia que Montserrat Nebrera la necesidad de regenerar el ejercicio de la actividad política, especialmente el papel que deben jugar los partidos. Ciertamente, la dinámica interna de los partidos políticos en España está viciada, petrificada, y cada vez más parece que vivimos en una partitocracia oligárquica que en una democracia representativa. Precisamente uno de los motivos fundacionales de C’s fue la necesidad de regenerar la vida política. Para ello es necesario abrir las ventanas de los partidos para que les dé el aire. Si no funciona la democracia interna en los partidos, difícilmente pueden servir los partidos a la democracia en la sociedad. Y por eso hay que reconocer que cuando Montserrat Nebrera afirma que el Parlamento no sirve para nada, tiene parte de razón. No vale eludir la crítica ni salirse por la tangente. Es necesario abordar la cuestión para que el parlamentarismo no acabe siendo un mero teatro. Si no lo creyese así, no hubiera aceptado el acta de diputada. Y en este sentido, parece que por fin vamos a tener la oportunidad histórica de elaborar una ley electoral catalana que regule la limitación de mandatos y la posibilidad de establecer listas abiertas. Eso supondría sin duda un cambio sustancial que requiere, asimismo, de un marco legal que regule la financiación de los partidos de un modo transparente.

Los cambios en política son lentos, pero sólo se producen si hay personas dispuestas a defenderlos. C’s, aunque Xavier descrea del partido que ayudó a fundar, está ahí, y modestamente pero con determinación seguirá defendiendo esos cambios, desde el Parlamento, mientras mantengamos la representación de la ciudadanía.

Y acabo haciendo mías unas clarividentes palabras de Federico Mayor Zaragoza: la democracia es como la luna, si no crece, mengua.